Al pasar por un sitio conocido como “Calle de la Amargura”, Jesús escucha las lamentaciones de un grupo de mujeres, que lloran por Él. Sacando fuerzas de entre su debilidad, Jesús les dice: “No lloreis por mí, sino por vosotros, y por vuestros hijos”.
Reflexión: Nosotros pensamos que Jesus siempre fue modesto y pensó en los demás y después en el, eso es muy bueno, pensaba en nosotros, sus hijos.
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